jueves, 18 de agosto de 2011

2. ¿Que has hecho?


- ¿Que has hecho? - le dije casi sollozando.

- Tan solo me transforme. - dijo, sin ninguna expresión en su rostro.

- ¡Teníamos una promesa! - le grite, mirándolo directamente a los ojos.

- Una promesa de niños Kamil, no es para tanto. - aun no mostraba ningún interés.

- Igual es una promesa. - le dije tomándolo del brazo, y enseñándole el mío, ambos teníamos una cicatriz en el mismo lugar, y esas cicatrices significaban mucho para nosotros, hasta la última vez que nos vimos había sido así; entonces vi un resplandor en sus ojos, pero rápido se desvaneció.

- Todas las promesas se rompen, ya deja las malcriadezas, ¡Ya no eres una niña! - dijo, y cuando lo hizo sentí que algo dentro de mi había roto, la sensación de querer abrazarlo se había ido, y solo quería darme una ducha para poder llorar.

Desde niña cada vez que quería llorar me metía en la ducha, así nadie escuchaba mi llanto, debido al sonido del agua, esa era mi única escapatoria, ya que mis padres odiaban verme llorar, y para mí, llorar era la única manera en que podía limpiar mi alma de todos los malos ratos.

Mi mamá se acerco a mí y me tomo del brazo, yo estaba paralizada en frente de mi primo, no podía creer la forma en cómo me estaba tratando.

- Ven, te enseñare tu habitación. - dijo mi madre sin soltar mi brazo, yo la seguí, subimos unas escaleras y entramos a un pasillo, había aproximadamente seis puertas, en la tercera entramos, era una habitación gigantesca, estaba pintada de morado y blanco, y en el techo estaba dibujado un cielo, igual que en la habitación donde había pasado días jugado con mi primo y mejor amigo, el cual ahora estaba irreconocible a mis ojos. La cama era como de cuentos, era de madera, y de ella colgaban unas cortinas blancas vaporosas.

- ¿Te gusta querida? - pregunto mi madre mientras yo me tiraba en la cama.

- Me encanta. - le dije.

- Kamil, ¿Estás bien? - pregunto mi mamá, ella me conocía mejor que nadie después que Cesar, y sabia que lo que había pasado abajo, me había afectado, y mucho.

- Es Cesar, ¿qué le pasa? ¿Por qué me trato así? - saque todas las preguntas que tenia por dentro.

- Kamil, querida, desde el día en que te fuiste a Inglaterra hace tres años, Cesar dejo de ser ese niño dulce que solía ser. - mi madre suspiro. - solo hace unos meses se transformo.

- ¿Quien lo hizo? - pause - ¿Mi tío Darwim? ¡Él sabía de nuestra promesa!

- No cariño, no fue el. - dijo en un modo algo misterioso.

- ¡Fue Axel! Cuando me transforme, juro que lo matare. - dije enojada, ¿por qué no lo pensé antes?

- No, no fue Axel. - entonces no había sido él, ¿entonces quien había sido?

- ¿quien fue? - pregunte.

- cariño tengo que hacer algunas cosas en el instituto. - tomo un respiro - hablamos luego ¿sí?

- ¡Mamá! Tienes que decirme. - le reproche.

- Luego nena. - dijo saliendo de la habitación. - Por cierto, el baño está ahí. - señalo una puerta al lado del closet.

Me había quedado sin respuestas, en ese sentido me parecía muchísimo a mi mamá, ella no aguantaba que no respondieran a sus preguntas, y yo en este momento estaba completamente frustrada.

Me desvestí y me fui al baño, me mire en el espejo y me toque la cara.

¿Por qué no soy vampiro? Me pregunte, ¿por qué mi mejor amigo rompió nuestra promesa?

En eso me invadieron las emociones, y salió el llanto, me metí en la ducha, y no paraba de llorar, ¡Cesar me había traicionado! ¿Qué clase de Amigo rompe sus promesas?

De pequeña mi papá me enseño que las promesas no había que romperlas, porque rompes el corazón a quien le hiciste la promesa.

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