sábado, 10 de noviembre de 2012

24. Día de Navidad (Parte 1)



*Volviendo a la Realidad*
Termine de tocar cuando Daniel entro a la habitación, quien venía a buscarme para nuestro paseo matutino de las tardes.
- Lamento interrumpirte. - me dijo.
- Tranquilo Danny ¿Nos vamos? - le pregunte.
- Claro. - tomo mi mano y en seguida salimos de la casa.
Era sorprendente como los vampiros podían arrastrar a un humano y que ellos no sintieran nada, de repente estaban en un lugar, y de repente en otro, todo era irreal, todo este mundo fantástico en el que había crecido, y si no hubiera crecido en él tal vez nunca me hubiese imaginado que algo así podría existir.
- Listo, ya estamos en nuestro lugar. - Era cierto, en nuestro lugar en el islote en medio de el lago.
El me bajo y me beso.
- Te Adoro Kamil. - me dijo.
- Eres un tonto. - le dije bromeando.
- ¿Por qué no puedes decirme que me adoras también? - me invadieron los nervios.
- Me pongo nerviosa al decir cosas así, simplemente me lo ahorro. - le dije. - Pero sabes que te adoro. - era cierto, lo adoraba, pero como un amigo.
- Ahora tú eres la tonta. - me dijo, yo reí.
- Lo sé. - respondí.
- Eres especial, ¿Lo sabes, verdad? - me pregunto.
- ¡Oh! Por supuesto. - dije alardeando.
- No seas tan modesta. - rio.
Estuvimos hablando durante toda la tarde y de pronto cayó la noche, él fue a dejarme sana y salva en mi casa y se marcho.
Subí lentamente las escaleras, no estaba muy entusiasmada por encerrarme en mi habitación.
Recorrí el pasillo directo a mi puerta, al abrirla deseé que Cesar estuviera allí, pero no lo estaba, no sabía nada de él desde hacía dos meses, el había dicho que su partida se debía a que necesitábamos olvidarnos el uno del otro, pero en cambio de eso, a mí se me  había vuelto una tarea demasiado difícil tratar de no pensar en él, ¿Le pasaría lo mismo a él? O ¿Ya me habría olvidado?
 No quería saber la respuesta a mi última pregunta, si él me había olvidado no quería saberlo, puesto que yo no había logrado si quiera poder dejar de pensar en el.
*Día de Navidad*
Eran los once de la noche, estábamos todos reunidos en la inmensa sala de la casa, alrededor del árbol de Navidad, toda la familia estaba reunida, casi, toda la familia, faltaba un miembro, Cesar.
Yo esperaba a la llegada de Daniel, había dicho que estaría allí a las diez, pero ya tenía una hora de retraso.
- Kamil. - escuche un susurro.
Lo ignore. Mi mente me hacia juegos últimamente.
- ¡Kamil! - escuche de nuevo.
Volteé, era mi madre.
- ¡Mamá! Sorry*, ya sabes, estaba en mi mundo. - le explique.
- ¡Siempre Estás en tu Mundo! - me respondió y guiño un ojo.
Ella tenía mucha razón, yo vivía en mi mundo, y de vez en cuando hasta yo misma creía que podía estar algún síntoma de esquizofrenia, pero estaba exagerando, yo no creía que estaba en otra realidad, solo a veces se me iba la honda
- ¿Danny no ha llegado? - pregunte.
- Hija, llego hace quince minutos, está en la cocina, hablando con Darwim ¿No lo viste? - ¿Danny estaba aquí? Pero eso no podía ser, el siempre que llegaba me saludaba a mí de primera, "¿Estas Celosa?" Me pregunte a mí misma.
No le respondí a mi madre, me levante exaltada y camine hacia la cocina.
En seguida vi a Danny parado a un lado del mesón con una copa en mano, junta a él mi Tío, que jugueteaba con un botón de su Nueva Camisa de Calvin Klein, mi tía Anny, había insistido en comprar ropa para estrenar este día, Ella se había Comprado un Vestido Armani negro, y me había obligado a mi usar un vestido de Satén morado.
- ¿Por qué no me Saludaste? - pregunte mirando con incredulidad a Daniel.
- Necesitaba hablar con Darwim, querida. - respondió, se acerco, jalo mi cintura y me dio un beso.
Su aliento sabía a sangre, eso era lo que había estado bebiendo en la copa que llevaba en la mano, sangre.
- ¿Nos vamos a la sala? ¡Faltan veinte para las doce! - Dijo mi tío, saliendo corriendo de la habitación, había tensión en el aire ¿Habrían tenido algún problema?
- ¿Vamos? - Dijo Danny jalándome hacia afuera de la cocina.
Al llegar a la sala, se escuchaba el piano, que estaba siendo tocado por mis padres, y todos se veían tan felices, todos mi tía Anny, que lucía algo angustiada, y trataba de disimularlo bajo una sonrisa.
Mi madre se levanto del piano dejándole el piano a mi padre.
- ¡Ha Abrir los regalos! - grito mi mamá.
Todos se sentaron en el suelo alrededor del árbol, señalando los regalos de unos a los otros.
- Hija, este es tuyo. - Dijo mi madre señalando una pequeña caja, forrada, con un gran lazo azul.
Me precipite a abrirlo, y dentro de la caja una hermosa pulsera de plata, que llevaba mi nombre.
- Mira al reverso. - dijo mi padre.
*Perfecta~Kamil~Te~Amamos*
Mis ojos se llenaron de lágrimas y enseguida les di un abrazo a mis queridos padres, siempre pensando en mí.
Todos ya tenían sus regalos, pero debajo de el árbol, aun se encontraban don regalos mas.

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